Esteban Pastorino. Fotografías, (Catálogo. Galería KBK. México), Valeria González, 2004
Las fotografías de Pastorino aluden a ese ámbito transicional donde median la ciudad y el campo, donde las marcas urbanas lucen precarias bajo el cielo desaforado o el horizonte infinito. Definidos en composiciones elementales, estos paisajes alargados cifran también la presencia del sujeto que mira. Las tomas incluyen un recorrido lineal que transita frente a la hilera uniforme de las fachadas. Pastorino suele construir sus propios mecanismos fotográficos, combinando la cámara con distintos motores. Al incorporar en la toma el movimiento de la mirada, logra definir al espacio como una función del tiempo. A diferencia de la estructura unitaria, pictórica, de las fotografías sobre Salamone, estas imágenes panorámicas dan cabida a una narrativa secuencial que se acerca más al registro fílmico.
Estas fotografías pronunciadamente horizontales ciegan el horizonte. El mecanismo óptico utilizado anula los puntos de fuga, deshace la profundidad. Parece no haber nada determinado más allá del primer plano; los intervalos que escanden el ritmo largo y parejo de las casas se reducen a manchas indefinidas. A contrapelo del imaginario romántico que domina la tradición literaria de la pampa argentina, aparece el realismo de Pastorino. Estas distorsiones no implican la proyección de una emotividad subjetiva en el paisaje sino la lectura estética y social de una vida erigida en medio de la adversidad. La arquitectura rural, elemental y frágil, sigue reconstruyéndose, obstinada, sobre la nada inhóspita.