Las profundidades del paisaje, por Mercedes Urquiza, Diario Perfil, Domingo 17 de mayo de 2009.
En la obra de Esteban Pastorino (Buenos Aires, 1972) aparecen siempre como constantes elementos como una construcción metódica, casi artesanal, de las imágenes y una pulsión por fabricar él mismo distintos tipo de cámaras y dispositivos que luego juegan un papel fundamental en el resultado narrativo de sus obras. Esto, muy probablemente, tiene relación con que antes de convertirse en uno de los fotógrafos más inquietos y celebrados del circuito local de las artes plásticas, Pastorino se formó como ingeniero mecánico en la Universidad de Buenos Aires.
Desde mediados de la década del 90 a esta parte, la mirada de Pastorino y la percepción de sus cámaras-invenciones se han fijado sobre paisajes urbanos, suburbanos y rurales. Y también sobre zonas fabriles, conjuntos habitacionales y no lugares, como aeropuertos y centros comerciales. Una buena parte de su obra se construye a partir de vistas aéreas de varios de esos ámbitos que dan una sensación de cercanía y lejanía al mismo tiempo, proponiendo al espectador un punto de vista poco habitual de paisajes habituales. Casi pinturas, casi maquetas, las fotografías de Pastorino invitan a pensar acerca de la existencia de diferentes percepciones de la realidad y a buscar “algo más” en aquello que parece evidente.
El nombre de Pastorino comenzó a hacerse familiar gracias a un registro fotográfico que realizó de los monumentos arquitectónicos que el italiano Francisco Salomone construyó, durante la década del 30, en pequeñas ciudades de la Pampa Húmeda: toda una serie de cementerios, mataderos y edificios municipales resueltos con un insólito estilo entre futurista y art deco. En aquel trabajo pionero ya se hizo presente la voluntad de Pastorino de no ir en busca de un registro documental sino de crear, a partir de escenarios reales, ámbitos irreales e inquietantes que luego se convirtieron en una especie de marca registrada de su obra.
Arboretum es el título de la nueva muestra de Pastorino, que estará en exhibición en la galería Dabbah Torrejón hasta el 30 de mayo. “Esta muestra es como una selección intuitiva de árboles que fui capturando”, explica el fotógrafo, que también se hizo cargo de la curaduría de la exposición. Esta vez sin preocuparse por sus complicados artilugios técnicos, Pastorino muestra una serie de imágenes que fue registrando desde la época en que realizó el trabajo de Salomone, en 1997, hasta la actualidad. Así, casi sin quererlo, armó una especie de retrospectiva que recorre todas las técnicas fotográficas por las que transitó durante esta última década. Partiendo desde iniciales registros en blanco y negro, la selección va avanzando por tomas que realizó con la primera cámara panorámica que construyó, por fotografías aéreas y por imágenes tomadas desde un coche en marcha, hasta llegar a las más recientes, en las que logra un efecto tridimensional. Estas últimas surgen a partir de una sencilla técnica anterior a la fotografía, la estereoscopía, que se basa en componer una sola imagen a partir de dos, tomadas desde puntos de vista distintos, dejando que el ojo humano las acomode y genere la ilusión de profundidad.
Tomados durante travesías que el artista realizó por distintos lugares del mundo, los árboles que se pueden ver en las salas del Dabbah Torrejón son de Finlandia, Tailandia, Uruguay, Argentina, Japón o Estados Unidos. “Retomar el tema del paisaje”, responde Pastorino cuando se le pregunta por la intención de la muestra. “Que por su tradición histórica hoy no representa ninguna importancia para los artistas contemporáneos. Y yo quise ver hasta dónde podía llegar con este género”, concluye.